Sentada sobre el trono sombrío, forjado con huesos de aquellos que osaron desafiarla, gobierna con mirada fría y voluntad implacable. Su corona brilla con la luz opaca de almas atrapadas, y en su mano sostiene un cetro que ha sentenciado destinos enteros. Alrededor suyo, la desolación y los restos de sus enemigos son testimonio silencioso de su poder absoluto. La eternidad es su condena y su fortaleza, encerrada en una prisión de piedra y silencio, escuchando los ecos infinitos de súplicas que ya no pueden tocar su corazón. Ella espera paciente, segura de que ningún ser puede escapar a su juicio o a su castigo.
Técnica y medida: Lápiz y punta fina negro y tinta china sobre papel Arques (Din A3-42 cm x 29,7 cm).