Sobre un trono forjado con las calaveras de quienes osaron desafiarlo, el guerrero permanece, no solo como rey, sino como vestigio viviente de guerras olvidadas. Cada cráneo, testigo silencioso del precio de la ambición, sostiene el peso de un legado teñido de sangre. Su espada, desgastada y letal, ya no es solo un arma, sino la prolongación de su eterna condena.
Técnica y medida: Dibujo en tinta sobre papel bristol (Din A3-29,7cm x 42 cm)